Con la mirada.
En la creación artística, como en cualquier otro campo o actividad, lo más difícil es el primer trazo, la primera línea, el primer bosquejo. Tiene que haber un impulso primigenio, que se continúe con el desarrollo de una técnica, de una racionalización, de una lógica.
En estas pinturas el “conatus” original son los mitos griegos. El pintor siente la llamada de lo mítico divino anterior a la palabra escrita, al “logos”.
La transmisión mítica, en su origen, es oral, es algo vivo no mediado por la escritura. Lo escrito conlleva una interpretación, acerca de su validez en relación con la verdad o falsedad, porque es algo diferido respecto a su origen. Los mitos se hablan, pasan de una generación a otra de una forma tan natural como la vida misma. En un tiempo donde la cohabitación entre lo natural y lo sobrenatural producía el cosmos en el que habitaba el hombre.
Olvidemos las palabras, pensamientos, interpretaciones… Y dejemos, sencillamente, que nos envuelva esa persistente evanescencia que emana de las pinturas de Emilio. Apartemos lo escrito, el “logos”, para sumergirnos en el auténtico mundo mítico donde no es el hombre el que cuenta los mitos, sino que son los mitos los que se cuentan en el hombre.

Oscar Río